LAS EVIDENCIAS DEL SIGLO xxi

Si minutos antes de cometer el acto final, los suicidas del siglo llamaran a alguien, por más que su arrepentimiento los obligara a colgar inmediatamente, el registrador de llamadas los evidenciaría y entonces, la otra persona, cualquiera que fuera, sabría que-algo-ocurre.

En mi caso, pretendo suicidarme cuando escribo, pero las palabras se me pierden con el galope del teclado.... Aún así, es inevitable no sentarme frente al monitor cuando el café ya me sabe a agua de charco, los libros me dejaron pensando menos de lo que acostumbro, pintar el cuadro que tiene días estancado pintó toda mi ropa y la decidia se presenta para lavarla otro día, uno muy lejano.

Escribir, antes de ayer, no ameritaba meter la mano al cazo que es mi cráneo: Sentir las ideas quemandome o simplemente hirviendo. Me inhibe para concentrarme y encontrar algo funcional para definir qué ocurre con palabras.

Hoy, fumar tampoco funciona, ni siquiera he fumado las ultimas veinti-tantas-horas. Estoy asqueada de ver el humo artificial que exhala mi boca, como si fuera una parte de mí: Las manos, el pulmon, mi pupila.

Yo quiero fumar humo de mí, cualquier otro humo me perfora, e hipatéticamente, creo que las ideas se me van por los agujeros que provoca.

....Si pudiera clonarme y hablar conmigo.....

Pero no, la tecnología sirve para todo; para limpiarte el culo, servir café automaticamente, para hacer mil cosas al mismo tiempo, para mejorar una fotografía que realmente es asquerosa, para hacerte más práctico, para escuchar musica y estar downleando más... Para todo, maldita sea, menos para evidencitar las ideas y emociones; eso sí sería tecnología.