domingo, 30 de mayo de 2010

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No sé si es el caos, la desesperación, la nada o el todo, pero llega un momento en el que la cabeza cuelga de una cuerda y nos balanceamos. Es culpa de la música; porque cuando la música penetra en los tendones: no hay escapatoria.

El cuerpo se ve obligado a seguir los compaces de alguien más; te unes a algo que no quieres. Ese tu y yo que cuando sincretizan cometen canibalismo y se matan. La necesidad de seguir balancéandose mientras sabes que estás muriendo; de no sentir el aire entrar por las fosas nasales ... Entonces, pensar que no había escapatoria es imposible y acaba la canción que te hacía sentir vivo; y dudamos repetirla.


[para que realmente sientan: http://www.youtube.com/watch?v=PQ3hyfmMrTY]

3 comentarios:

  1. Si, si? probando.. probando...

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  2. Hey, gracias por recordarme a Temple of the Dog.

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  3. Tal vez podriamos conquistar y manipular a todo ser viviente por las ondas sonoras emitidas.. mm.. hay que planearlo ;P

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